lunes, 15 de diciembre de 2008

La carta que nunca fue leída


Para mi amado esposo, luz de mi vida y sendero que recorrí y
a quien ahora mismo añoro:

Te escribo estas líneas desde un terrible calabozo en lo mas profundo
del castillo del inquisidor de la comarca de Chinon, no se donde te
encuentrasresguardado y si el carcelero amigo en la compasión
me a encubierto paraescribir estas líneas. Sabes amor, este
lugar dista mucho de nuestra apaciblevida veo cosas que jamás
pensé ver y mucho menos vivir; las mujeres a mi
alrededor son despojos de lo que fueron, amigas de siempre
con quienes compartomi muerte; la sonrisa de Alissa ya no
es la misma, sus largos cabellos rubios sonahora pajas
mugrientas llenas de desperdicios en los que vivimos… no, es mejor
decir que sobrevivimos, es ahora en mis noches de desesperación
recuerdo losdías soleados de verano en la que recorríamos los
campos de pastos verdes y las
risas de nuestras amadas hijas inundaban todo el lugar, el castillo y
donde quieraque ellas estuviesen.
Son estas visiones las que me hacen pedir en mis desesperadas oraciones para
verte antes de morir, pero se que si te acercas tan siquiera un poco morirás, así
que suplico desesperada que no te aparezcas y te quedes en donde estas.
Me siento
tan desdichada, tan llena de amargura al recordar tu hermosa sonrisa,
tu cabello negro como la noche, el aroma ébano de tu piel y todo lo que me
hace tan feliz a tu lado.
Lo único que me angustia más que nada en el mundo es dejarte solo con mis
tres hermosas trillizas mí querida Elisa, la más pequeña, la dulce Marion y la
encantadora Sophie, tu primogénita; mi primogénita, ella que desde siempre
se pareció a ti, inteligente y fuerte hábil y que siempre quiso ser como tú mi
amado esposo, el hombre de mi vida en cuanto te conocí, debo confesar muy
cerca de la muerte que cuando mi madre me dijo que me entregaría en
matrimonio me sentí mal, no sabia que esperar… no quería hacerlo,
pero al conocerte ver tu dulzura,tu ternura, y sobre todo tus palabras…
”ya eres mi esposa ante todos… pero somos extraños… déjame conquistarte
y después nos casaremos bajo las leyes de tu religión, mi señora”
eso me sorprendió…lo sabias, ¿Cómo? No lo se… nunca lo supe pero así fue
y tu siempre honraste lo que era, y en lo que te convertiste y eso me
enamoro profundamente de ti,
y ahora que lo recuerdo se llenan mis ojos de lagrimas, mas debo
continuar escribiendo
y mis palabras son insuficientes para describir cuanto te amo.
Esta fe me trajo a donde estoy, ayudar me trajo al primer círculo
del infierno,
ya mi caldero no hierve con infusiones, en mi mesa ya no hay
ungüentos que sanan, mis amadas plantas ya no serán regadas
por mi mano y en nuestra casa ya no se
alzaran oraciones a la madre, pero me consuelo con saber que
en donde estas con mis hijas haz de enseñarles lo que yo era,
no dejaras que me olviden y no olviden
de donde provienen y a quien deben su amor, a la madre y a ti,
su amado padre.
No puedo seguir escribiendo, las fuerzas me traicionan, pero TE AMO….

Tu esposa la condesa de Chinon